En mi selva fui rey.
Dirigí mi manada. Mis colmillos eran temidos.
Enfrente a elefantes, morsas y serpientes
Y siempre victorioso salí.
Sabía que un ataque a traición podría terminar con todo.
Un gordo cazador me dejo sin nada;
Me separó de mi manada.
Me cortaron los colmillos, me limaron las garras.
 
Hoy me encuentro solo en esta jaula de cristal
El enemigo pasa riendo. Tiene derecho, me venció.
Pasan y me ven. Se ríen.
Cada gesto mío lo cuentan con una carcajada.
Ya no le temen a mi rugido. (Ya no es el mismo de antes)
Los que antes me apreciaban hoy pasan indiferentes.
Como si no estuviese acá. Aunque saben que estoy.
Tiemblo, los “buenos” me sacaron la melena ¿los asustaba? Ahora parezco más chico.
Todos pasan y ríen. Ya no puedo hacer nada.
 
El culpable de mi encierro viene de vez en cuando; me lastima.
Quiere que me enoje. Yo gruño. Él ríe.
No vende boletos un viejo león manso y cansado.
 
Los que pasan, ríen, se burlan y me humillan…
¿Saben que un día puedo salir?
¿Saben que, poco a poco, los colmillos me crecen?
¿Saben que con las garras lastimadas igual puedo andar?
¿Saben que cada día que pasa sueño con sus cuellos gordos?
 
Sueño que sus cuellos se desgarran ante la presión de mis flamantes colmillos.
Que se escurren sus entrañas por los huecos de mis garras.
En mi sueño mis vendas se tiñen de rojo.
Cada noche siento el sabor de la sangre, que vuelve a mi boca.
 
Me acuesto sobre el frio cemento del piso y trato de descansar.
Otro día pasó y sigo acá.

Santiago Ramírez - 5º 2º