martes, 29 de noviembre de 2011

Hola, soy Dani, y conduzco mi auto de alta gama por la Avenida Triunvirato. Luego de mi acostumbrado almuerzo con amigos, me voy rumbo al Dot Baires para comprarme ropa.

Mientras miro vidrieras, pienso que me olvidé la tarjeta y que todo lo que compre tendré que abonarlo con efectivo.

Luego de terminar las compras, tengo que ir a casa y en el camino digo: - ¡Wauuuu! ¡Qué hermosa chica!

La persigo hacia donde ella se dirige; hasta el estacionamiento del shopping. Dejo todo lo que traigo encima, en el auto… Respiro profundo. Hago un esfuerzo (o me esfuerzo) y voy hacia ella.

Comienzo a caminar temblando de los nervios que llevo adentro. Al llegar a su auto, donde ella

está guardando las bolsas de compras, le digo:

-Hola, ¿puedo ayudarte? Ella responde: - ¡Ay, sí! ¡Gracias! Es que pesan mucho estas bolsas…

Así conocí a la mujer que tengo a mi lado. Día a día, ella tiñe mi vida de rosa y no hay noche que no la mire a los ojos y me llene el corazón de amor.

En cada beso que le doy siento que nazco nuevamente, y no miento: ella es mi todo.

Cuando salgo de casa, cuando entro, en el trabajo o, asimismo, cuando duermo; en ningún momento puedo sacarla de mis pensamientos.


Daniel Valdés, de 2º B.


(Trabajo sobre verbos irregulares)