miércoles, 7 de diciembre de 2011
BOOMERANG
martes, 29 de noviembre de 2011
Hola, soy Dani, y conduzco mi auto de alta gama por la Avenida Triunvirato. Luego de mi acostumbrado almuerzo con amigos, me voy rumbo al Dot Baires para comprarme ropa.
Mientras miro vidrieras, pienso que me olvidé la tarjeta y que todo lo que compre tendré que abonarlo con efectivo.
Luego de terminar las compras, tengo que ir a casa y en el camino digo: - ¡Wauuuu! ¡Qué hermosa chica!
La persigo hacia donde ella se dirige; hasta el estacionamiento del shopping. Dejo todo lo que traigo encima, en el auto… Respiro profundo. Hago un esfuerzo (o me esfuerzo) y voy hacia ella.
Comienzo a caminar temblando de los nervios que llevo adentro. Al llegar a su auto, donde ella
está guardando las bolsas de compras, le digo:
-Hola, ¿puedo ayudarte? Ella responde: - ¡Ay, sí! ¡Gracias! Es que pesan mucho estas bolsas…
Así conocí a la mujer que tengo a mi lado. Día a día, ella tiñe mi vida de rosa y no hay noche que no la mire a los ojos y me llene el corazón de amor.
En cada beso que le doy siento que nazco nuevamente, y no miento: ella es mi todo.
Cuando salgo de casa, cuando entro, en el trabajo o, asimismo, cuando duermo; en ningún momento puedo sacarla de mis pensamientos.
Daniel Valdés, de 2º B.
(Trabajo sobre verbos irregulares)
martes, 11 de octubre de 2011
La Profesora de Literatura, mandó de tarea hacer oraciones con las preposiciones. Para ayudarnos, podíamos recurrir a letras de canciones. ¡Tarea fácil!, pensé para mí, con todas las canciones que conozco, ¡una papa!, y… hasta aquí llegué.
Bajo esta presión, mi cerebro se negaba a transitar el camino de las canciones y me repetía constantemente: sin música, no hay letra. Ante esta situación, no cabía otra cosa que hacer oraciones o escribir un gran cuento, como para presentar algo.
Pero mi cerebro se resistía a cooperar, estaba en contra mío. Por más que le rogaba y le rogaba, según mis cálculos, me faltaban varias preposiciones, entre ellas: durante y mediante y no sabía hacia dónde ir, sobre qué escribir y me quedaron desde y tras. No sé qué decir… y hasta aquí… llegué.
Ana Sangay – 1º B
Camino a tu lado
juntos, de la mano.
Miro tus ojos,
me doy cuenta que de mi estas enamorado.
Te siento, cada día mas
me vuelve loca tu forma de amar.
Mi dulce despertar,
jamás nos vayamos a separar.
Vivo para tí,
vivo para ver tus ojitos reír.
Cuando sientas que estás solo
o cuando sientas que nadie sabe amarte
acuerdate de lo que fuimos
y que vivo solo por tí y cuidarte.
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Al verte descubro…
ya no sos el mismo
falta el brillo en tu mirada
falta el amor que nos llenaba.
Perdimos mucho
ya no queda nada
solo un corazón roto
y una vacía mirada.
Pasamos por muchas cosas
te vi sonreir, llorar.
Juntos creímos poder amar.
Juntos pudimos soñar
y tuvimos todo
pero solo fue una ilusión más.
viernes, 30 de septiembre de 2011
¿Carolina?
¿Carolina?
Estás en el rincón más lejano a mí
Aunque el lugar es pequeño
Tu piel es blanca como la leche, manchada por tatuajes
Tu boca, tu pelo, tu cuerpo me gustan
Pero me pierdo en tus ojos.
Te miro reflejada en un espejo
No me animo a verte, le temo a tus ojos.
Paso un tiempo, te vuelvo a ver
Pero no sos la misma, el sucio espejo me muestra a otra chica
Será que estas más linda o yo más enamorado
Estás tan cerca y tan lejos.
Tus labios pálidos se abren
Tu voz rasposa te despide.
¿Cuándo te volveré a ver?
¿Cuándo te podré hablar?
Mi corazón esta triste, se volvió a enamorar
Santiago Ramírez (4º 2º)
miércoles, 28 de septiembre de 2011
Vejez
martes, 19 de julio de 2011
Era de noche y estaba solo. Vi una sombra en la ventana: no era mi gato. Y estaba entrando…
Un escalofrío corría por mi espalda y mi cabeza estaba entre pensar qué hacer y pensar qué era esa sombra. Opté por correr y al querer salir de mi casa, en la desesperación no encontraba las llaves. Escuché unos pasos pero no me animé a ver.
Me escondí. No sabía si gritar para pedir ayuda o callar para que la sombra no supiera dónde estaba. Opté por callar.
Después de un rato, un silencio era todo lo que se escuchaba. Salí de mi escondite temblando de miedo y fui a la cocina; si bien no estaba lejos, ese trayecto me pareció kilométrico. Por fin llegué, del cajón agarré el cuchillo más grande que vi., la hoja estaba oxidada y algo carcomida, el mango que era de hierro estaba frío como el hielo. Era pesado, pensé en agarrar uno más chico, pero en un hipotético enfrentamiento su gran hoja sería más útil. Opté por mantener el cuchillo elegido.
Al salir de la cocina vi la sombra de espaldas a mi, era algo chiquita, nunca la había visto, un escalofrío corría por mi espalda. Pero tengo alma fuerte.
Cuando distinguí lo que podía ser su cuello lancé, como un gurca, un artero cuchillazo que le atravesó de lado a lado el cogote.
Me quede un rato esperando su reacción, después de un tiempo, ya más tranquilo prendí la luz.
De a poco vi su cuerpo tirado en el piso sobre un gran charco de su propia sangre. Había resortes incrustados en sus pies, tenía un traje varios talles más grandes de lo que era su cuerpo. Su cabello de dos colores, un amarillo sobre su oscuro original. De una especie de transmisor salían sonidos inentendibles que me parecieron repugnantes y de un pisotón lo rompí.
Me quedé esperando que venga a mi mente una solución sobre qué hacer con el cuerpo.
Lo enterré en un lugar lejano, no muy profundo para que alguien lo encuentre y busque qué hacer.
Aunque nunca lo vi, nunca quise saber que fue. Solo supe que era de una raza en la que todos son iguales.
Santiago Ramírez (4º 2º - 2011)