Hay
una pequeña historia de lo que me gustaría hablar, pero no encuentro a quien
contarle, por eso es que lo escribo aquí.
Se
trata de un hombre de 15 años, una persona muy reservada, tímida y que causaba
curiosidad, él era mi vecino.
Nunca
lo vi con gente, siempre solo. Lo único que hacía era saludarme cuando me lo
cruzaba por las calles de flores con un “Chau”, ¡¡¡ese chau me causaba temor!!!
El día
23 de junio del 2003 salgo de mi casa para ir a trabajar, eran aproximadamente
las 7 de la mañana.
Voy caminando
por Av. Rivadavia hasta llegar a la calle Alberdi, donde allí encuentro, sorpresivamente
a mi vecino “el raro”.
Lo
observo para ver qué era realmente lo que estaba haciendo en esa esquina, a esa
hora, y con otra persona que no podía ver de quién se trataba. Rápidamente me
oculto tras una puerta y lo mire fijamente sin que note mi presencia.
Al
ver que solo estaba con un anciano pensé en irme, cuando me estaba yendo, me di
vuelta para volver a mirarlo y en ese momento, en ese preciso momento, sentí
angustia, ganas de gritar y correr al ver lo que le estaba haciendo a ese pobre
anciano.
Mi
vecino, ese chico tan reservado, ¡¡¡era un vampiro!!!
No podía
creer lo que estaba viendo, esa cosa mordió y bebió la sangre del abuelito.
Hasta
que reaccione y salí corriendo, lloraba del susto, él me escucho y corrió atrás
mío hasta alcanzarme, - le grite: ¡por favor, no me hagas nada!. Observaba mi
cuello, quiso tocarlo y empecé a llorar más fuerte, él me gritó, fue un grito
raro y temeroso, que inmediatamente del miedo que sentía, me tapé los oídos.
Nunca
se lo dije a nadie, pero el vampiro, mi vecino, desapareció en el momento que
yo tapé mis oídos.
Nunca
lo volví a ver, y su casa está abandonada.
Solo
quería desahogarme, ojala al arrojar esta simple hoja, alguien del otro lado la
lea y entienda que en verdad los vampiros sí existen.
Anónimo - 4º C - 2013
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